Cómo afecta el coronavirus al turismo

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Noelia AznarContent Manager
Factores covid turismo

Desde el mes de marzo del pasado año 2020, cuando se decretó el Estado de Alarma en España por la emergencia sanitaria del coronavirus, vivimos una situación sin precedentes en nuestro país (al igual que en todo el mundo) que cambia de manera constante. Han cambiado nuestras prioridades, nuestra forma de trabajar, de relacionarnos e incluso de hacer la compra en el súper. ¿Quién lo hubiese imaginado? Un año después, seguimos desconociendo cuándo se dará por finalizada la pandemia y hasta qué punto sufriremos sus efectos y consecuencias en todos los ámbitos de la sociedad: economía, empleo, sanidad, turismo, comercio, transporte… Lo que sí podemos hacer es identificar y analizar los factores que pueden condicionar este innegable impacto y prestarles especial atención. ¿Cómo afecta el coronavirus al turismo? Simplificando, hablaríamos de tres factores principales: sanitario, económico y el de la escala de valores de los individuos e instituciones.

La emergencia sanitaria: ¿cuándo finalizará?

Ojalá pudiésemos saber la fecha de caducidad de esta pandemia. Lógicamente, la prioridad absoluta en todo el mundo es la emergencia sanitaria y la lucha contra un virus que se está cobrando muchas vidas. Se desconoce la fecha de finalización, pero lo que está claro es que cuanto más se prolongue en el tiempo, más aguda será la crisis que, por desgracia, ya ha generado. Por tanto, el primer factor que condicionará el impacto del coronavirus en nuestras vidas será su temporalidad.

Una vez que se dé por finalizada la emergencia sanitaria, es fácil suponer que el regreso a la completa normalidad se llevará a cabo de forma gradual, con restricciones y siguiendo las indicaciones de las autoridades científicas. Estas medidas afectarán especialmente al sector del turismo por su vinculación con la gestión de grupos de personas. Transporte, alojamiento, visitas… En definitiva, podemos afirmar que las cuestiones relativas a la movilidad y a la logística de congregaciones pasarán a ser de alta sensibilidad, por lo que el turismo, también.

Una vez que se haya superado la emergencia sanitaria, se deberá continuar con la aplicación de las medidas propuestas por las autoridades científicas y sanitarias. De ellos, que implementarán medidas dependiendo de la evolución de la situación, dependerá el ritmo de la recuperación.

La actividad económica puede cambiar nuestro orden de prioridades

Los poderes públicos se han vuelto esenciales para gestionar la crisis a la que nos enfrentamos, una crisis sanitaria y económica de dimensiones históricas cuyas consecuencias afectarán especialmente al sector turístico.

Ahora lo más importante es proteger a las empresas y a sus trabajadores, especialmente a los más desprotegidos. La gestión de esta crisis global por el coronavirus implica un aumento del gasto público que, a la larga, tendrá efectos en la capacidad adquisitiva de los ciudadanos en su papel como consumidores.

Esta reducción de la capacidad adquisitiva de los consumidores puede tener consecuencias negativas en el sector turístico, pues, al fin y al cabo, el turismo no es una necesidad ni un producto esencial.

No obstante, también hay muchas teorías que mantienen que una vez que se haya superado el coronavirus, el orden de prioridades de las personas se modificará. Es decir, quizá decidamos invertir más dinero en descubrir lugares que no conocemos, aprender de otras culturas y desconectar de la rutina. Es decir, quizá el turismo se convierta en una de nuestras actividades prioritarias.

Turismo de proximidad para sentirnos seguros

Durante y después de la etapa del coronavirus, resultará necesario modificar la oferta turística de los destinos y la manera de promocionarlos. Una tendencia que ya se ha identificado en los últimos años por parte de los viajeros y que podría acentuarse tras la pandemia es la del turismo responsable y sostenible: aquel que apuesta por la conservación de los recursos culturales y naturales, por la disminución del impacto en el medio ambiente y por una oferta con altos estándares de calidad de productos y servicios.

Todo indica que la reactivación de la actividad turística, cuando se produzca, se llevará a cabo de forma progresiva y orientada al turismo de proximidad por generar una movilidad que se considera “más segura” en la situación actual.

Los viajes de larga distancia se verán reducidos, especialmente los de negocios, ya que estamos comprobando desde el pasado año que, gracias a las herramientas tecnológicas, a las videollamadas y al teletrabajo, pueden suprimirse.

El turismo de proximidad genera confianza y sensación de tenerlo todo controlado, además de que supone menos gasto para los viajeros. Llevarlo a la práctica será posible, por supuesto, siempre que las autoridades sanitarias lo permitan.

El sector aéreo también tiene que adaptarse

En el caso de las compañías aéreas, indispensables para los viajes internacionales de larga distancia, el futuro es aún más difícil de vaticinar. Se desconoce cuándo podrá volver la normalidad a este sector y cuáles serán las medidas necesarias para que los vuelos puedan realizarse con el 100% de ocupación.

Tal vez sea necesario que la distancia entre asientos sea más amplia, reduciendo el número de pasajeros; que se desinfecten las cabinas tras cada vuelo o que las administraciones públicas intervengan estratégicamente para facilitar ayudas.

La recuperación de la economía y del turismo internacional, una incertidumbre

El análisis de las tendencias de la evolución de los viajes internacionales identificadas por la OMT (Organización Mundial del Turismo) constata que estos han experimentado un crecimiento muy significativo.

Otras crisis económicas vividas anteriormente, como la generada por el impacto de los atentados del 11-S, han tenido una incidencia muy negativa en la cifra de viajes internacionales, pero a corto y medio plazo. En las proyecciones largas, el crecimiento hasta ahora ha sido continuado.

En la situación actual, no puede preverse cómo será la evolución a largo plazo. La visión más optimista que aportan algunos economistas es la del posible efecto rebote tras una caída, haciendo que esta vuelva a subir en forma de “V” cuando la emergencia sanitaria se haya superado. Otros hablan de un periodo de crisis prolongado con una recuperación en forma de “U”. Los más pesimistas hablan de un escenario de larga y dura recesión.

Nosotros preferimos descartar esta última opción. Cuando todo esto pase, porque pasará, llegará el momento de disfrutar de todo lo que hemos aprendido a valorar a raíz de la pandemia, y un viaje, cerca o lejos, es una experiencia inolvidable para los sentidos, una invitación a desconectar de la rutina y a aprender de lo desconocido. ¿Cómo renunciar a ello cuando sea posible?